dijous, 5 de juliol del 2018

El uno de octubre merece un homenaje popular.


El primero de octubre del 2017 fuimos testigos de unos hechos ejemplares y transcendentales. Diversas unidades de la Guardia Civil y de la Policía Nacional cumplieron y ejecutaron determinadas órdenes judiciales y dieron una lección cívica que, como indicamos en el título, merece un homenaje. Teniendo en cuenta el contenido de su misión, defendieron efectivamente el orden constitucional y democrático y la igualdad de todos los españoles. En resumen, tres razones justifican este agradecimiento público.

         En primer lugar, la extraordinaria dificultad de la operación. No era sencillo ejecutarla en medio de la abstención, la pasividad e incluso la pura ausencia de las fuerzas de seguridad autonómicas, que eran la policía de proximidad. No era fácil la misión cuando se trataba de colegios públicos y privados ocupados ilegalmente, con llaves distribuidas con total arbitrariedad. No caeremos en la alusión -quizá demagógica- a los niños como escudos, pero sí que debemos subrayar el carácter modélico y contenido de un dispositivo tan amplio como el que se puso en pie. Los accidentes puntuales no enturbian la global profesionalidad del operativo. Era, además, un objetivo complicado, porque venía precedido de decisiones de connivencia, desorientación y precipitación, además de previsiones lamentables (el maldito Piolín, por ejemplo). Fue durísimo, en fin, gestionar las provocaciones y las falsedades, que van saliendo a la luz una vez las mentiras, las medias verdades y los juegos de manos llegan a la opinión pública.

         Pero no era sólo la dificultad. Necesitamos un homenaje por los efectos conseguidos. Al final, tristemente, sólo la actuación policial sacó a la luz el gran fake, el ridículo engaño del pseudoreferéndum. Sólo la actuación policial evitó que, por primera vez en Europa después de la segunda guerra mundial, se le quisieran dar aires de legitimidad a un simple y tosco pucherazo. Sólo la actuación policial puso sobre la mesa el masivo robo de los datos de nombre y domicilio de los ciudadanos. Seguramente, se podía haber evitado antes aquel momento dramático, pero el uno de octubre el sistema democrático estaba en manos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional.

         Fue una actuación difícil. Fue una actuación eficaz. Y fue, además, un ejemplo histórico. Era, sencillamente, la vieja regla del cumplimiento del deber, de la respuesta proporcionada ante la insurrección y, en definitiva, la asunción de la tarea más ingrata en una época de paliativos y de mirar para otro lado.

         Por todo ello, queremos un homenaje para las personas concretas que integraron las unidades de la Guardia Civil y de la Policía Nacional el uno de octubre del 2017. Pero no un homenaje encerrado en los cuarteles y en las comisarías, sino una acogida popular y entusiasta. Con el respeto debido, evidentemente, a la neutralidad de los funcionarios policiales, pero sin limitarse a un papelito protocolario. Un homenaje cálido y afectuoso a los que, aquel día, fueron los primeros servidores del Estado democrático.
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